jueves, 16 de octubre de 2014

Recuerdos del Amor Militante... Oscar Wurm


Quizás por todo eso, compañera
y por lo que falta gritar desde las venas,
existe la Ternura
o duele la distancia.
Ya sé, no es mucho fundamento
En las palabras
pero vos sabés de sobra que las cosas que importan
de la vida
se hacen con la sangre y con las manos,
te digo: el amor
la Revolución (y es suficiente)

Oscar Wurm

lunes, 13 de octubre de 2014

Soneto XLIV. Sabrás que no te amo y que te amo - Pablo Neruda


Puesto que de dos modos es la vida,
La palabra es un ala del silencio,
El fuego tiene una mitad de frío.
Sabrás que no te amo y que te amo
Yo te amo para comenzar a amarte,
Para recomenzar el infinito
Y para no dejar de amarte nunca:
Por eso no te amo todavía.
Te amo y no te amo como si tuviera
En mis manos las llaves de la dicha
Y un incierto destino desdichado.
Mi amor tiene dos vidas para armarte.
Por eso te amo cuando no te amo
Y por eso te amo cuando te amo.

Pablo Neruda

viernes, 10 de octubre de 2014

Annabel Lee - Edgar Allan Poe



Hace de esto ya muchos, muchos años,
cuando en un reino junto al mar viví,
vivía allí una virgen que os evoco
por el nombre de Annabel Lee;
y era su único sueño verse siempre
por mí adorada y adorarme a mí.

Niños éramos ambos, en el reino
junto al mar; nos quisimos allí
con amor que era amor de los amores,
yo con mi Annabel Lee;
con amor que los ángeles del cielo
envidiaban a ella cuanto a mí.

Y por eso, hace mucho, en aquel reino,
en el reino ante el mar, ¡triste de mí!,
desde una nube sopló un viento, helando
para siempre a mi hermosa Annabel Lee
Y parientes ilustres la llevaron
lejos, lejos de mí;
en el reino ante el mar se la llevaron
hasta una tumba a sepultarla allí.

¡Oh sí! -no tan felices los arcángeles-,
llegaron a envidiarnos, a ella, a mí.
Y no más que por eso -todos, todos
en el reino, ante el mar, sábenlo así-,
sopló viento nocturno, de una nube,
robándome por siempre a Annabel Lee.

Mas, vence nuestro amor; vence al de muchos,
más grandes que ella fue, que nunca fui;
y ni próceres ángeles del cielo
ni demonios que el mar prospere en sí,
separarán jamás mi alma del alma
de la radiante Annabel Lee.

Pues la luna ascendente, dulcemente,
tráeme sueños de Annabel Lee;
como estrellas tranquilas las pupilas
me sonríen de Annabel Lee;
y reposo, en la noche embellecida,
con mi siempre querida, con mi vida;
con mi esposa radiante Annabel Lee
en la tumba, ante el mar, Annabel Lee.


 Edgar Allan Poe

martes, 7 de octubre de 2014

Escándalo público - Manuel José Arce Leal


Cuando una hormiga cae
ninguno se da cuenta.

Cuando yo estoy sufriendo hasta la médula
sólo yo lo averiguo.

Y se me antoja hoy-no sé por qué zodíaco-
que si sufro lo sepa todo el mundo.

Y que no es justo que padezca solo.

Y que alguna mujer debiera estar llorando
sobre mis metacarpios.
Al menos, ayudándome a llorar.

Me siento solidario con todo aquel que tiene
alguna torva pena, alguna neuralgia,
alguna madre agónica, alguna cárcel suya.

Y sólo pediría una brocha imponente
para llenar los muros de palabras soeces,
hasta que todos sepan
lo enfermamente triste
que un hombre puede estar de igual manera,
de igual simple manera
como caer una hormiga.

 Manuel José Arce Leal

lunes, 6 de octubre de 2014

Cuerpo docente


Bien sabía él que la iba a echar de menos
pero no hasta qué punto iba a sentirse deshabitado
no ya como un veterano de la nostalgia
sino como un mero aprendiz de la soledad

es claro que la civilizada preventiva cordura
todo lo entiende y sabe que un holocausto
puede ser ardua pero real prueba de amor
si no hay permiso para lo imposible

en cambio al cuerpo
como no es razonable sino delirante
al pobrecito cuerpo
que no es circunspecto sino imprudente
no le van ni le vienen esos vaivenes
no le importa lo meritorio de su tristeza
sino sencillamente su tristeza

al despoblado desértico desvalido cuerpo
le importa el cuerpo ausente o sea le importa
el despoblado desértico desvalido cuerpo ausente
y si bien el recuerdo enumera con fidelidad
los datos más recientes o más nobles
no por eso los suple o los reemplaza
más bien le nutre el desconsuelo

bien sabía él que la iba a echar de menos
lo que no sabía era hasta qué punto
su propio cuerpo iba a renegar de la cordura

y sin embargo cuando fue capaz
de entender esa dulce blasfemia
supo también que su cuerpo era
su único y genuino portavoz.

Mario Benedetti - Poemas de Otros

domingo, 5 de octubre de 2014

Hombres que me servisteis de verano - Carilda Oliver Labra


Ése que no dejó de ser mi amante
y al que le debo siempre sepultura,
uno a quien nunca quise lo bastante;
aquél, obra de sueño, conjetura...

Alguien que jugó a nada y tuvo suerte,
otro que no ha venido de la guerra,
éste donde converso con mi muerte
porque me lo disputa hata la tierra.

¡Salid de la memoria evocadora
con vuestro amor, pues tengo frío ahora!
Sabed todos que os llevo de la mano.

Vuestras sombras estallan como un mito
de vez en cuando aquí. Sois lo bendito,
hombres que me servisteis de verano

 Carilda Oliver Labra



sábado, 4 de octubre de 2014

La vecina muerta - Carilda Oliver Labra

La casa era como ella: un pálido juguete,
y estaba limpia y triste bajo el número siete.

No quiero recordarla...Me hace daño la orilla
de su vestido blanco con una vieja hebilla.

Allí, inocentemente, cuando abría la puerta,
era un sueño borroso, una lámpara incierta:

algo que le pedía protección a la muerte.
Sus ojos...¡pobres jos como de flor sin suerte!

parecieron mirarme hacia adentro una vez.
Vivió junto a nosostros con el susto del pez.

Recién casada y sola, lavaba los manteles
y lavaba su alma. Siempre le fueron fieles

la timidez de novia y la ventana eterna.
La tarde sobre ella era una tumba tierna.

No conocí su nombre. No lo sé todavía...
Pero después de muerta la llamaré María.

 Carilda Oliver Labra