domingo, 31 de agosto de 2014

El árbol de los amigos - Jorge Luis Borges

 
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices
por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar,
mas otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá,
que nos muestra lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos,
con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos,
los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón.
Son sinceros, son verdaderos.
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón
y entonces es llamado un amigo enamorado.
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo,
tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro,
durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes,
aquellos que están en la punta de las ramas
y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas,
algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca,
alimentando nuestra raíz con alegría.
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad.
Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.

Habrá los que se llevarán mucho,
pero no habrán de los que no nos dejarán nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida
y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

Jorge Luis Borges, El árbol de los amigos

sábado, 30 de agosto de 2014

Señales - Mario Benedetti

En las manos te traigo
viejas señales
son mis manos de ahora
no las de antes

doy lo que puedo
y no tengo vergüenza
del sentimiento

si los sueños y ensueños
son como ritos
el primero que vuelve
siempre es el mismo

salvando muros
se elevan en la tarde
tus pies desnudos

el azar nos ofrece
su doble vía
vos con tus soledades
yo con las mías

y eso tampoco
si habito en tu memoria
no estaré solo

tus miradas insomnes
no dan abasto
dónde quedó tu luna
la de ojos claros

mírame pronto
antes que en un descuido
me vuelva otro

no importa que el paisaje
cambie o se rompa
me alcanza con tus valles
y con tu boca

no me deslumbres
me basta con el cielo
de la costumbre

en mis manos te traigo
viejas señales
son mis manos de ahora
no las de antes

doy lo que puedo
y no tengo vergüenza
del sentimiento.
 
Mario Benedetti

viernes, 29 de agosto de 2014

Vas y venís - Mario Benedetti



De carrasco a aeroparque y viceversa
vas y venís con libros y bufandas
y encargos y propósitos y besos

tenés gusto a paisito en las mejillas
y una fe contagiosa en el augurio
vas y venís como un péndulo cuerdo
como un comisionista de esperanzas
o como una azafata voluntaria
tan habituada estás a los arribos
y a las partidas un poquito menos

quién iba a imaginar cuando empezábamos
la buena historia hace veintiocho años
que en un apartamento camarote
donde no llega el sol pero vos sí
íbamos a canjear noticia por noticia
sin impaciencia ya         como quien suma

y cuando te dormís y yo sigo leyendo
entre cuatro paredes algo ocurre

estás aquí dormida y sin embargo
me siento acompañado como nunca.
 
Mario Benedetti - Poemas de otros.

jueves, 28 de agosto de 2014

RAYUELA - Julio Cortázar


"Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto".

Julio Cortázar

lunes, 25 de agosto de 2014

MUCHACHA OJOS DE PAPEL - Luis Alberto Spinetta



Muchacha ojos de papel,
¿adónde vas? Quédate hasta el alba.
Muchacha pequeños pies,
no corras más. Quédate hasta el alba.
Sueña un sueño despacito entre mis manos
hasta que por la ventana suba el sol.
Muchacha piel de rayón,
no corras más. Tu tiempo es hoy.
Y no hables más, muchacha
corazón de tiza.
Cuando todo duerma
te robaré un color.

Muchacha voz de gorrión,
¿adonde vas? Quédate hasta el día.
Muchacha pechos de miel,
no corras más. Quédate hasta el día.
Duerme un poco y yo entretanto construiré
un castillo con tu vientre hasta que el sol,
muchacha, te haga reír
hasta llorar, hasta llorar.
Y no hables más, muchacha
corazón de tiza.
Cuando todo duerma
te robare un color.

Luis Alberto Spinetta

sábado, 23 de agosto de 2014

Poema Spleen Oxidado - Jorge Carrol

Todo. Absolutamente todo lleva tu perfume.
Las secuelas de tu ausencia.
El reto compaginado de tus párpados.
La inmisericorde campana de tu abandono.

Todo me envuelve a la que amo.
A la que está y no está.
Llámese como se llame.
A la que una tarde de diciembre hizo arder
Santiago con su boca.

Todo es ella y nada es ella.
Como la lluvia que navega sus senos de nogal.




Jorge Carrol

jueves, 21 de agosto de 2014

Ahora vale la pena

Ahora vale la pena.
Dios
se quedó dormido.

Todos sabemos que esto
no es
definitivo
que es una suerte loca
quizá un breve
delirio.

Ahora vale la pena
vivir
aunque haga frío
aunque la tarde vuele.
O no vuele.
Es lo mismo.

Ahora sí
pero luego
si Dios no se despierta
qué pasará
diosmío.

Mario Benedetti - Poemas del hoy por hoy.

martes, 19 de agosto de 2014

Almohadas - Mario Benedetti

Nunca me ha sido fácil
encontrar la almohada
adecuada a mis sueños
a su medida exacta

en la cabeza noche
se cruzan las fatigas
se ahondan las arrugas
de la pobre vigilia

en la cabeza noche
huyen despavoridos
los árboles los muros
los cuerpos de aluminio

yo no elijo mis sueños
es la almohada / es ella
la que los incorpora
en desorden de feria

mucho menos elijo
las pesadillas locas
esos libros del viento
sin letras y sin hojas

pero al cabo de tantas
almohadas sin cuento
sin historia y sin alas
como siempre prefiero

la de tu vientre tibio
cerca cerca cerquita
del refugio imantado
de tus pechos de vida.

Mario Benedetti

domingo, 17 de agosto de 2014

Jardín Antiguo - Luis Cernuda

Ir de nuevo al jardín cerrado,
Que tras los arcos de la tapia,
Entre magnolios, limoneros
Guarda el encanto de las aguas.

Oír de nuevo en el silencio
Vivo de trinos y de hojas,
El susurro tibio del aire
Donde las almas viejas flotan.

Ver otra vez el cielo hondo
A lo lejos, la torre esbelta
Tal flor de luz sobre las palmas:
Las cosas todas siempre bellas.

Sentir otra vez, como entonces,
La espina aguda del deseo,
Mientras la juventud pasada
Vuelve. Sueño de un dios sin tiempo

Luis Cernuda

sábado, 16 de agosto de 2014

CANTO I - Vicente Gerbasi


Venimos de la noche y hacia la noche vamos.
Atrás queda la tierra envuelta en sus vapores,
donde vive el almendro, el niño y el leopardo.
Atrás quedan los días, con lagos, nieves, renos,
con volcanes adustos, con selvas hechizadas
donde moran las sombras azules del espanto.
Atrás quedan las tumbas al pie de los cipreses,
solos en la tristeza de lejanas estrellas.
Atrás quedan las glorias como antorchas que apagan
ráfagas seculares.
Atrás quedan las puertas quejándose en el viento.
Atrás queda la angustia con espejos celestes.
Atrás el tiempo queda como drama en el hombre:
engendrador de vida, engendrador de muerte.
El tiempo que levanta y desgasta columnas,
y murmura en las olas milenarias del mar.
Atrás queda la luz bañando las montañas,
los parques de los niños y los blancos altares.
Pero también la noche con ciudades dolientes,
la noche cotidiana, la que no es noche aún,
sino descanso breve que tiembla en las luciérnagas
o pasa por las almas con golpes de agonía.
La noche que desciende de nuevo hacia la luz,
despertando las flores en valles taciturnos,
refrescando el regazo del agua en las montañas,
lanzando los caballos hacia azules riberas,
mientras la eternidad, entre luces de oro,
avanza silenciosa por prados siderales.

 Vicente Gerbasi

viernes, 15 de agosto de 2014

Currículum - Mario Benedetti


El cuento es muy sencillo
usted nace
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará
valiente

usted sufre
reclama por comida
y por costumbre
por obligación
llora limpio de culpas
extenuado
hasta que el sueño lo descalifica

usted ama
se transfigura y ama
por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se le vuelve tierno
y el corazón profético
se convierte en escombros

usted aprende
y usa lo aprendido
para volverse lentamente sabio
para saber que al fin el mundo es esto
en su mejor momento una nostalgia
en su peor momento un desamparo
y siempre siempre
un lío

entonces
usted muere.

 Mario Benedetti

miércoles, 13 de agosto de 2014

Hombre que mira la luna - Mario Benedetti

Es decir la miraba porque ella
se ocultó tras el biombo de nubes
y todo porque muchos amantes de este mundo
le dieron sutilmente el olivo

con su brillo reticente la luna
durante siglos consiguió transformar
el vientre amor en garufa cursilínea
la injusticia terrestre en dolor lapizlázuli

cuando los amantes ricos la miraban
desde sus tedios y sus pabellones
satelizaba de lo lindo y oía
que la luna era un fenómeno cultural

pero si los amantes pobres la contemplaban
desde su ansiedad o desde sus hambrunas
entonces la menguante entornaba los ojos
porque tanta miseria no era para ella

hasta que una noche casualmente de luna
con murciélagos suaves con fantasmas y todo
esos amantes pobres se miraron a dúo
dijeron no va más al carajo selene

se fueron a su cama de sábanas gastadas
con acre olor a sexo deslunado
su camanido de crujiente vaivén

y libres para siempre de la luna lunática
fornicaron al fin como dios manda
o mejor dicho como dios sugiere.
 
Mario Benedetti

martes, 12 de agosto de 2014

Balada del mal genio - Mario Benedetti


Hay días en que siento una desgana
de mí, de ti, de todo lo que insiste en creerse
y me hallo solidariamente cretino
apto para que en mi vacilen los rencores
y nada me parezca un aceptable augurio.

Días en que abro el diario con el corazón en la boca
como si aguardara de veras que mi nombre
fuera a aparecer en los avisos fúnebres
seguido de la nómina de parientes y amigos
y de todo el indócil personal a mis órdenes.

Hay días que ni siquiera son oscuros
días en que pierdo el rastro de mi pena
y resuelvo las palabras cruzadas
con una rabia hecha para otra ocasión
digamos, por ejemplo, para noches de insomnio.

Días en que uno sabe que hace mucho era bueno
bah tal vez no hace tanto que salía la luna
limpia como después de un jabón perfumado
y aquello sí era auténtica melancolía
y no este malsano, dulce aburrimiento.

Bueno, esta balada es sólo para avisarte
que en estos pocos días no me tomes en cuenta.

Mario Benedetti - Inventario Uno.

domingo, 10 de agosto de 2014

Credo - Mario Benedetti

De pronto uno se aleja
de las imágenes queridas
amiga
quedás frágil en el horizonte
te he dejado pensando en muchas cosas
pero ojalá pienses un poco en mí

vos sabés
en esta excursión a la muerte
que es la vida
me siento bien acompañado
me siento casi con respuestas
cuando puedo imaginar que allá lejos
quizá creas en mi credo antes de dormirte
o te cruces conmigo en los pasillos del sueño

está demás decirte que a esta altura
no creo en predicadores ni en generales
ni en las nalgas de miss universo
ni en el arrepentimiento de los verdugos
ni en el catecismo del confort
ni en el flaco perdón de dios

a esta altura del partido
creo en los ojos y las manos del pueblo
en general
y en tus ojos y tus manos
en particular.
 
Mario Benedetti

sábado, 9 de agosto de 2014

Poste restante - Mario Benedetti

 
Durante varios años, Verónica me había escrito una carta mensual. No diré que yo las olvidara, pero tal vez se hubieran quedado escondidas en el tedio del pasado de no sobrevenir la obligación de mi mudanza. 
Estuve tres días vaciando roperos y armarios y de uno de éstos se desprendió una maleta que no tenía candado y en consecuencia se abrió al tocar el suelo. Y allí estaba el atado con las cartas que Verónica mandaba regularmente a mi casilla de correo. Quizá yo estaba cansado con tanta calistenia de traslado, pero al mismo tiempo me picó la curiosidad y me vinieron ganas de releer aquellas cartas de ayer y de anteayer. Aquí transcribo algunas:

Hola Martín: Aquí estoy en la terraza, sola, frente a la costa. No hay viento, el mar está quieto. Una confesión: la soledad ha dejado de herirme. Mejor aún: me permite revisar, casi diría descifrar, mi pasado sin gracia. En un platillo de la balanza coloco mis odios; en el otro, mis amores. Y he llegado a la conclusión de que las cicatrices enseñan; las caricias, también. 
Ya hace dos meses que se fueron mi madre y mi hermana. Me gustó tenerlas conmigo, pero también sentí cierto alivio cuando me dijeron hasta pronto. Con mi hermana me llevo bastante bien. Pensamos diferente en muchos tópicos (ideología, política, cultura, y hasta deportes) pero por lo general evitamos los temas conflictivos. Lo esencial es el afecto y éste permanece. Mi madre, en cambio, es muy tozuda, y eso dificulta la relación, ya que es incómodo ser sincera con ella. Cuando puedas y quieras, ponme unas líneas.

Martín: Bueno, las vacaciones se terminaron y en estos días padezco eso que los nuevos psicólogos han bautizado como el trauma posvacacional. Por suerte, sé que no me dura mucho. La avalancha de trabajo barre con todas las melancolías.

Creo que no llegaste a conocer a mi jefe actual. Buena persona, pero más braguetero que Juan Tenorio. Las subordinadas tienen que andar con todas las alarmas encendidas, porque al menor descuido les toca el culo. Hay que reconocer que nunca va más allá de un acoso tan discreto. Al parecer, le alcanza con dejar esa constancia ambiental, algo que entre otras cosas le sirve al personal masculino para burlarse de las muchachas.

En mi caso particular, y en vista de que he alcanzado los cuarenta, mis nalgas ya están fuera de campeonato. Curiosamente, tal abandono me produce una doble sensación: una, por supuesto, de alivio, y otra, de cierta frustración, como si de pronto me hubieran jubilado del escrúpulo erótico y la lujuria abstracta. ¿Tú qué opinas? ¿También te jubilaste?

Hola Martín: El invierno siempre tuvo para mí un lado cavernoso, fantasmal, como si los vientos helados trajeran consigo las malas noticias y las lluvias implacables nos hicieran olvidar cómo era el sol. Abrigos no me faltan, pero debajo del sobretodo, la zamarra o los ponchos, sé que mi piel tirita y que un cierto destemple se me instala en el alma.

Este invierno, sin embargo, me llegó con otro ritmo. ¿Te acordás de Eusebio? ¿Aquel alto, de pelo revuelto, más bien parco, lector empedernido, que se complacía en rectificar al profesor de Historia? Bueno, me caso con él. La historia es más sencilla de lo que te imaginas, casi te diría que más sencilla de lo que yo misma podía haberla imaginado.

Una mañana se apareció en la oficina, no precisamente para hablar conmigo (ni siquiera sabía que yo trabajaba allí) sino con mi jefe querendón, pero como éste asistía a una reunión del Directorio que le iba a llevar varias horas, Eusebio me sugirió que nos fuéramos a almorzar, y de paso celebrar nuestro reencuentro.

Íbamos por la mitad del almuerzo cuando por fin nuestras miradas se encontraron. Y de pronto estuvo todo dicho. Tuvo la delicadeza de no llevarme a un hotel sino a su departamento de soltero. A mí, otra soltera. Aquí va la invitación. Ya sé que no podrás venir. El próximo viernes nos vamos a Río. No está mal, ¿verdad? 
Martín: La última vez que te escribí (¿cuánto hace?, ¿dos años?) estaba dando el último toque a mi soltería. Ahora te escribo desde mi viudez recién inaugurada. Eusebio murió en un accidente carretero. Por favor, no me envíes ningún pésame. No corresponde. Iba con otra. La hija del gerente, su último amor, que también murió. Las dos noticias me llegaron juntas. Bah.
Hola Martín: Sólo para avisarte que no habrá más cartas. Gracias por los años y el vacío de tus silencios. Si alguna vez me hubieras contestado, te habría mandado un fax con dos o tres hurras. Pero no me contestaste. Paciencia. No sé si esto se acaba o si me acabo yo. Como avisan en el casino: No va más. Bien sabes que soy atea y que este mutis no servirá para evangelizarme.
Mario Benedetti - El porvenir de mi pasado.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Utopías - Mario Benedetti

Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías

Cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

Cómo voy a creer
que el horizonte es frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

Cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos

Cómo no voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

Cómo voy a creer / dijo el fulano
que la utopía ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía

Mario Benedetti

lunes, 4 de agosto de 2014

Echar las cartas/5 - Mario Benedetti

Querida Andrea: 


 No sé por qué, pero hoy me dio por extrañarte, por echar de menos tu presencia. Será tal vez porque el primer amor le deja a uno más huellas que ningún otro. Lo cierto es que estaba en la cama, junto a Patricia plácidamente dormida, y de pronto rememoré otra noche del pasado, junto a vos, plácidamente dormida, y sentí una aguda nostalgia de aquel sosiego de anteayer.
 Alguien dijo que el olvido está lleno de memoria, pero también es cierto que la memoria no se rinde. Dos por tres suenan como campanitas en el ritmo cardíaco y una escena se hace presente en la conciencia como en una pantalla de televisión. Y aquel cuerpo que las manos casi habían olvidado vuelve a surgir como un destello hasta que otra vez suenan las campanitas y el destello se apaga. ¿Te ocurre a veces algo así? ¿O será que me estoy volviendo un poco loco? Puede ser. Mientras tanto este probable loco te envía un invulnerable abrazo.
Mario Benedetti

sábado, 2 de agosto de 2014

Al filo del agua (XIV) - Miguel Antonio Jiménez


Una mirada que describe el mundo
donde el deseo es imagen y la memoria es vida
en la indetenible rueda del tiempo
y el tiempo regresa en la acción de la luz
percibiendo el rumor del universo en tus oídos
en un retorno eterno que renueva la vida
y conjuga el ser en su libro infinito
un mundo dentro de tu mundo
va cantando en la fuga que la arcilla moldea
y un símbolo de sueño imagina tu voz
abanico posible de existencia y creación
cifra regresiva del vital movimiento
en el maleable barro de los nueve círculos
donde la historia muestra su fórmula convulsa
allí diviso la montaña que dio nombre al océano
allí naufraga la aventura y se resuelve el mito
en un rumor nocturno donde se fija Dios
y el hombre vive su trunca eternidad
su travesía de edén y espacio nuevo
en la emoción de la tiniebla que anuncia toda luz
porque la pasión late lo mismo que una ola
en el rumor del viento
y tu canto es quimera de equilibrio en la sombra
donde la noche hace la invención de otro mundo
donde es tangible el sueño de atravesar al día
en su soplo divino.

 Miguel Antonio Jiménez